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Todo cristiano debe sentir verdadero temor y genuina preocupación por el auge sin límite que la homosexualidad está alcanzando en el mundo entero. No es que no existan otros pecados igual de graves o peores tal como son mencionados por el apóstol Pablo (Rom. 1:29–31). No obstante, las proporciones de desafío a Dios que están alcanzando los promotores de este mal comportamiento y sus graves implicaciones sociales, políticas, económicas y religiosas deben doblegarnos ante Dios en actitud de súplica y ruego. Diferentes estadísticas sobre criminalidad, violaciones, inmoralidad, destrucción familiar y social en las naciones donde la homosexualidad es fuerte, están asociadas ahora a la promoción de los nuevos géneros sexuales y abuso de la sexualidad por parte de gente heterosexual entre otros. Nunca antes los tiempos habían estado tan maduros para que la Iglesia de Cristo aprovechara y desafiara al humanismo en su propio terreno con la verdad divina de las Escrituras.
“Mi esfuerzo primordialmente va dirigido en contra de la ‘Ideología de Género’, la llamada ‘Agenda Gay’ y la denominada ‘Teología Gay’ la cual reinterpreta errónea y falsamente los textos bíblicos donde Dios desaprueba la conducta gay. Y de este modo, justifica y recomienda la práctica de los nuevos géneros sexuales a la niñez y a la juventud.” (Page 10)
“De esta forma, a mediados del siglo XX la homosexualidad fue adquiriendo carta de ciudadanía y derechos jurídicos otorgados por los propios ‘legisladores’ que en nombre del humanismo filosófico y racionalista fueron desprendiéndose cada vez más de los conceptos morales que tenemos en la Palabra de Dios.” (Page 40)
“La bisexualidad era algo notable en los días del apóstol Pablo.” (Page 17)
“Hay que tener en cuenta que el Renacimiento no era solamente un renacer de las artes, la cultura, la arquitectura, sino también un resurgir de un estilo de vida. En realidad, para muchos pervertidos la homosexualidad también se consideraba algo de buen gusto y además de moda.” (Page 18)
“Esta parte de la historia de nuestro continente no se puede negar. Los cristianos bíblicos no podemos caer hoy en estos mismos errores. Si vamos a lograr buenas conquistas en torno a este difícil fenómeno social y moral, hemos de abandonar la homofobia. No podemos desconocer que sobre todo la evangelización es una persuasión para que los hombres se ‘conviertan de las tinieblas a la admirable luz de Cristo’. Y el homosexual puede ser uno de ellos.” (Page 34)