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El libro de Jueces está lleno de paradojas. Sus páginas reúnen algunas de las más famosas historias de la Biblia junto con otras apenas conocidas; en ellas encontramos aspectos muy atractivos y otros que quizá consideramos como repulsivos; este libro nos enseña lecciones que son al tiempo sencillas y difíciles, que nos muestran las profundidades del pecado en la humanidad, pero a la vez, nos deja contemplar el mismo pecado a la luz de la abundante gracia de Dios. Comenta el autor que “no puede encontrarse en las páginas de las Escrituras un mensaje que mayor reto nos plantee o que mayor satisfacción produzca”. Michael Wilcock nos muestra que Dios nunca abandona a su pueblo, ni el pasado ni en el presente. Al fin y al cabo, el libro de Jueces es la historia de la gracia de Dios.
“Para ellos, Sansón representaba el Israel de los orígenes, el pueblo del Señor en oposición al pueblo de Dagón.” (Page 203)
“La cuestión es que cuando Sansón no está dedicándose a salvar a Israel, es porque está comportándose como Israel; y eso representa la mayor parte de su tiempo.” (Page 208)
“Personalmente, Sansón supone una advertencia terrible, un hombre con enormes posibilidades que nunca llegó a comprender del todo que el llamamiento del Espíritu a una vida en santa disciplina es más importante incluso que los dones del Espíritu.” (Page 213)
“Vez tras vez, el pueblo de Dios se aparta de Él, provocando la movilización de un enemigo en su contra; es entonces cuando se vuelve de nuevo a Dios implorando clemencia, enviando Él como respuesta a alguien que los rescate.” (Page 17)
“El Señor ha sido oportunamente invocado y eso es lo que verdaderamente importa.” (Page 222)