Edición digital Logos
Muchas veces, las únicas instrucciones dadas al profesor o profesora de niños y jóvenes en la iglesa son “Hágalo”. Este libro es ideal tanto para profesores de escuela dominical, como para pastores que quieren mejorar el programa de escuela dominical en su iglesia. Carol Stine, misionera y maestra con Ayudante al Niño por más de 19 años (casa hogar para niños huérfanos y abandonados, cerca de la Ciudad de México), es autora de este excelente manual que le instruirá y desafiará.
“La enseñanza de la palabra de Dios implica una gran responsabilidad. J. Stanley Glen, quien hizo un llamado a la recuperación del ministerio de la enseñanza dentro de la iglesia, afirmó que la Palabra de Dios debe transmitirse de una generación a otra ‘si es que la iglesia continuará siendo la iglesia y si es que los hombres y las mujeres continuarán escuchando la Palabra de Dios’.” (Page 15) |
“Dios reveló dos principios. El patrón o modelo va de generación en generación: Antes que nada ustedes tienen que fijar las palabras de Dios en sus propios corazones y mentes para luego enseñarlas a sus hijos. El método de enseñanza es natural al platicar, caminar o estar sentado y debía ser diariamente desde levantarse hasta cuando se acostaran, al igual que era visual porque también debían escribirlas en los postes y en las puertas de sus casas. La Palabra de Dios debía, entonces, estar a la vista de todos.” (Page 20)
“El Dr. John S. Hart explicó la razón de ser del Insituto de Profesores de la Escuela Dominical fundado en 1866 en Chautaugua, Nueva York. Señaló, ‘que la verdad plena sea señalada. Nuestras escuelas dominicales son enseñadas por aquellos que no saben enseñar’.10 Lamentablemente el lamento del Dr. Hart sigue vigente hoy día. En general, dentro del protestantismo, la iglesia incorporó la escuela dominical con sus deficiencias y no ha encontrado todavía una solución al problema de la capacitación del maestro.” (Page 23)
“En las Escrituras hubo gente que se digirió a Jesucristo como ‘Rabí’ o maestro unos sesenta veces. Normalmente el rabí se paraba y leía un pasaje de las Escrituras, para luego sentarse y explicar el significado.” (Page 21)