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El tema del amor de Dios es incombustible, tanto en nuestra experiencia como en nuestra teología. Si reflexionamos sobre él nos cautivará por toda la eternidad. Pero en el mundo de hoy muchas personas ven a Dios de forma sentimentalista: como una especie de viejecito que está en el cielo y que no le haría daño ni a una mosca, o como un amigo de manga ancha que ofrece regalos y ayuda a salir de cualquier dificultad. Hay quien grita: “Dios me ama, seguro que no me castigará” Otros dicen: “Dios ama al mundo entero, no tenemos por qué preocuparnos por la salvación”. ¿Es verdaderamente así de fácil? ¿Qué enseña la Biblia acerca del amor de Dios? ¿Qué dice acerca de la ira del Dios que ama, o acerca del Dios que ama y que a la vez es soberano?
En el presente libro, D.A. Carson dirige su atención hacia estas cuestiones de vital importancia. Desea que obtengamos una nueva perspectiva que contemple a Dios como alguien imponente y glorioso, además de lleno de amor. Quiere que nos tomemos en serio la necesidad de que se haga justicia y de que Dios sea Señor. Y, por encima de todo, desea que comprendamos que el amor de Dios abarca todas estas cosas, que no se oponen entre sí, para que tengamos un cuadro más completo, rico y verídico de ese maravilloso amor de Dios.
“En la actualidad, parece que a la mayoría de las personas no les resulta difícil creer en el amor de Dios; tienen mucha más dificultad para creer en la justicia de Dios, la ira de Dios y la veracidad sin contradicciones de un Dios omnisciente.” (Page 12)
“Hoy día, si le dices a alguien que Dios le ama, ni mucho menos se va a sorprender. «Claro que Dios me ama; no puede evitarlo, ¿no es cierto? Además, ¿por qué no iba a amarme? Soy tan majo o, al menos, tan agradable como los demás. Yo soy buena persona, tú eres buena persona, y Dios nos ama a ti y a mí».” (Page 12)
“En el vocabulario de Juan, el mundo es en primer lugar el orden moral rebelándose de forma pecaminosa y culpable contra Dios. En Juan 3:16, el amor de Dios al enviar al Señor Jesús es admirable no porque su alcance sea tan grande como el mundo, sino porque se extiende a algo tan malvado.” (Page 18)
“La razón es que en sí, la ira, a diferencia del amor, no es uno de los atributos intrínsecos de Dios. Más bien es una reacción de la santidad de Dios contra el pecado. Donde no hay pecado no hay ira, pero siempre habrá amor de Dios.” (Page 77)
“De repente, la doctrina cristiana del amor de Dios se convierte en algo muy complicado, porque el marco completo en el que se establece en las Escrituras ha sido sustituido.” (Page 11)