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La relación entre la libertad del hombre y la soberanía de Dios ha sido tema de discusión desde los primeros siglos de la Iglesia Cristiana. A pesar de la victoria de Agustín sobre Pelagio en el siglo IV, resurge una y otra vez en la historia. En el tiempo de la Reforma Protestante (Siglo XVI) el debate se encendió nuevamente. Esta obra es el resultado de estos debates, en que el Reformador Juan Calvino responde a los ataques lanzados en contra de la posición de él y la mayoría de los Reformadores principales.
Esta obra es mucho más que un estudio histórico. Los argumentos de Calvino deben ser considerados hoy también por todo estudiante de las Sagradas Escrituras, ya que son la base doctrinal sobre la que descansan las bien llamadas doctrinas de la gracia.
Juan Calvino fue uno de los padres de la Reforma Protestante que tuvo lugar en Europa durante el siglo XVI. Sus teorías causaron una gran controversia en la época y dieron lugar al surgimiento del calvinismo. Gracias a sus predicaciones, Suiza se convirtió en un refugio de todos aquellos protestantes que fueron perseguidos en el resto de Europa.
“La suma de esto es: que la salvación de los creyentes depende de la elección eterna de Dios, para la cual ninguna causa o razón se puede aducir aparte de Su propia buena voluntad.” (Page 33)
“Ahora bien, a fin de que nadie atribuya a la fe el que a uno se le prefiera sobre otro, Agustín testifica que los hombres no son escogidos porque creen, sino al contrario, son escogidos para que crean.” (Pages 27–28)
“Por lo cual, a fin de no forcejear en el oleaje, ni que nos lleve el viento, errantes e inseguros, ni nos ahoguemos en el fondo, entreguémonos a Dios para que nos gobierne y nos enseñe de tal modo que, satisfechos con Su Palabra solamente, jamás apetezcamos saber más de lo que en ella hallamos. ¡No!, ni siquiera si se nos concediera la capacidad de hacerlo. Esta idoneidad de ser enseñado, por la que todo hombre piadoso por siempre mantendrá todas sus facultades mentales bajo la autoridad de la Palabra de Dios, es el verdadero y único criterio de sabiduría.” (Page 21)
“Agustín dice, «Aquellos que, por designación de Dios, son conocidos de antes, predestinados, llamados, justificados y glorificados, son hijos de Dios, no solamente antes de ser regenerados, sino también antes de nacer de mujer, y los tales no pueden perecer jamás». Luego asigna la razón: «Porque […] Dios hace que todas las cosas les ayuden a bien a todos estos; y de tal manera lo hace, que si algunos de ellos se descaminaran, y aun excedieran todo límite, Él hace que aún esto les ayude para su bien y provecho, pues retornan a Él más humildes y más enseñables que antes».” (Pages 29–30)
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David
14/10/2020
Mohamed Balah
10/07/2018
pedrorodriguezlaguna@icloud.com
17/09/2017