Edición digital Logos
Aceleradamente se acerca el escenario, a paso firme se preparan los protagonistas; el más grande drama de la historia de la humanidad está muy próximo a desencadenarse.
Los antiguos profetas de la Biblia, sumados a los escritores del Nuevo Testamento, todavía levantan sus voces para anunciar: “He aquí el Día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira…”
Notables movimientos en medio Oriente; y extraordinarias transformaciones económicas, culturales, religiosas, morales y científicas a nivel mundial preparan las condiciones previstas por la Biblia para los acontecimientos del fin de los tiempos.
Señales del fin de los Tiempos presenta comprobaciones incuestionables de que “aquel Día” se acerca. Con su lectura entenderá, bíblicamente, por qué no podría haber venido antes, y por qué es evidente que ahora, con certeza, el tiempo de su cumplimiento se aproxima.
Finalmente encontrarás lo más importante: lo que Dios dice que tú debes hacer hoy, antes de que llegue el fin.
“Si ellos hubieran dejado de existir, habría quedado demostrado que el Dios de Abrahám, Isaac y Jacob no es real, o que es falible, o que es infiel en cumplir con su palabra dada; pero el milagro de la sobrevivencia del pueblo judío por siglos, es prueba mundial de la existencia, la actividad y la fidelidad del Dios vivo y verdadero, aquel que le dijo al faraón: ‘Israel es mi hijo, mi primogénito’ (Éxodo 4:22).” (Page 15)
“HOY, vemos que el próximo gran evento profético que sucederá será el arrebatamiento de la iglesia verdadera desde la tierra hacia el cielo. Será ‘pretribulacional’, es decir, ‘antes’ de la tribulación, y es ‘inminente’ porque puede suceder en cualquier momento, ya que no hay señales bíblicas que lo anuncien, a no ser la apostasía de la iglesia y la preparación de los acontecimientos de la tribulación que se desencadenará inmediatamente después.” (Page 8)
“Aconsejo al lector que lea ‘La guerra de los judíos’, de Flavio Josefo, en especial las páginas 398 a 420, para informarse al respecto. Los romanos tomaron noventa y siete mil prisioneros en aquellos días, y mataron en el asedio a un millón cien mil judíos, de los cuales una gran parte fueron masacrados dentro del área del templo. Josefo, que estuvo presente en esos momentos, atestiguó que no se veía el suelo a causa de la cantidad de cadáveres, que en muchos lugares no se podía caminar por los montones de cuerpos sin vida y que el hedor era insoportable. Desde entonces los judíos fueron desparramados por todas las naciones, en otro asombroso y preciso cumplimiento de lo que Dios les había anunciado y advertido.” (Page 14)
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Sonia Martínez
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