Edición digital Logos
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Antes de compartir el evangelio con otros, tenemos que allanar el camino, remover los obstáculos, y responder las preguntas que les impidan aceptar al Señor.
Las objeciones que presentan los incrédulos no suelen ser triviales.
Calan muy hondo en el corazón de la fe cristiana y desafían sus fundamentos mismos.
Si los milagros no son posibles, ¿cómo creeremos que Cristo es Dios?
Si Dios no puede controlar el mal, ¿será realmente digno de adoración?
Si no respondemos a esas y otras objeciones, nuestra fe es vana.
Son preguntas inteligentes que requieren respuestas razonables.
Afortunadamente, los pensadores cristianos han respondido a esas cuestiones desde los días de Pablo; por lo tanto son ellos -además de la Palabra de Dios misma- la fuente a la que recurrimos para tratar los asuntos que hoy nos acosan.
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noe soltero
23/10/2017
Alex Mata Meneses
17/01/2015
Felix
09/01/2014
Cristian guerrero
07/12/2013
Omar Lopez
29/11/2013
Jose Alfredo Arriaga
24/08/2013