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Los movimientos que se disiparon entre los siglos XVI y XVII significaron cambios profundos en el curso del testimonio cristiano y pusieron en marcha ideas prácticas que todavía tienen vigencia en todo el mundo. La mayoría de los evangélicos latinoamericanos podemos remontar nuestras raíces históricas, teológicas y religiosas a estos siglos.
El mundo postmoderno en el que hoy nos desenvolvemos no deja de ser una continuación o consecuencia del mundo moderno gestado en este período de estudio, que bien merece ser calificado como el período de las reformas de la iglesia.
“Lutero no pudo resistir esto y el 31 de octubre de 1517 colocó en las puertas de la Iglesia de Wittenberg noventa y cinco proposiciones, que invitaban a debatir tres temas generales: (1) El tráfico de las indulgencias, que para Lutero era contrario a las Escrituras, inefectivo y peligroso. (2) El poder del Papa para perdonar las culpas y penas no canónicas, que Lutero negaba. (3) El carácter del Tesoro de la Iglesia, que se decía, consistía en los méritos donados por Cristo, la Virgen María y los santos para cubrir los pecados de los penitentes, que Lutero también negaba.” (Page 56)
“Desde fines del siglo XV y durante una buena parte del siglo XVI, España fue la potencia dominante en la Europa cristiana y el centro de su vida intelectual y religiosa. Bajo el reinado de Isabel de Castilla (1441–1504) y Fernando de Aragón (1452–1516), España fue pionera en las dos empresas que habrían de cambiar el rumbo de Europa y el resto del mundo: la reforma religiosa y la conquista de nuevos continentes. Las características nacionales de España en el siglo XVI fueron: lealtad al rey, fe en la Iglesia, amor al catolicismo y odio a los herejes. Las cruzadas contra los moros y judíos fueron consideradas como un deber religioso.” (Page 29)
“Además, muchos españoles sentían la necesidad de liberar a la cristiandad de lo que consideraban era la tiranía de los Papas, la inmoralidad del clero, las prácticas supersticiosas de la religiosidad popular y los errores doctrinales que perturbaban a todo el cuerpo de la Iglesia.” (Page 32)
“La gran preocupación existencial de Lutero era cómo tener una relación correcta con Dios.” (Page 64)