Edición digital Logos
Apologética Antes de compartir el evangelio con otros, tenemos que allanar el camino, remover los obstáculos, y responder las preguntas que les impidan aceptar al Señor. Las objeciones que presentan los incrédulos no suelen ser triviales. Calan muy hondo en el corazón de la fe cristiana y desafían sus fundamentos mismos. Si los milagros no son posibles, ¿cómo creeremos que Cristo es Dios? Si Dios no puede controlar el mal, ¿será realmente digno de adoración? Si no respondemos a esas y otras objeciones, nuestra fe es vana. Son preguntas inteligentes que requieren respuestas razonables. Afortunadamente, los pensadores cristianos han respondido a esas cuestiones desde los días de Pablo; por lo tanto son ellos -además de la Palabra de Dios misma- la fuente a la que recurrimos para tratar los asuntos que hoy nos acosan.
“El mal es la falta de algo que debería haber en la relación entre las cosas buenas.” (Page 72)
“Un milagro es la divina intervención en —o interrupción de— el curso regular del mundo, lo cual produce un hecho inusual pero intencionado que, de otro modo, no ocurriría.” (Page 90)
“Las leyes morales no describen lo que es, prescriben lo que debe ser.” (Page 26)
“Mientras más complejo el diseño, mayor la inteligencia requerida para producirlo.” (Page 23)
“No dijimos que todo necesita una causa; indicamos que todo lo que tiene un principio necesita una causa. Solo los entes finitos necesitan una causa. Dios no tuvo comienzo; Él es infinito y necesario. Dios es la causa incausada de todas las cosas finitas.” (Page 35)