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Considerado el primer escritor latino del cristianismo, Tertuliano fue uno de los apologistas más brillantes y de los hombres más elocuentes que haya conocido la Historia. Su capacidad para argumentar y debatir un tema era de tal magnitud que de su nombre, se supone, deriva la palabra “tertulia”, la cual se aplica cuando un grupo de personas se junta para argumentar y debatir acerca de un tema en particular. Este volumen agrupa las cuatro mejores obras de Tertuliano: Apología contra los gentiles, Exhortación a los mártires, La virtud de la paciencia y La oración cristiana.
“El escrito dirigido al procónsul Escapula, entre los años 202–212, con motivo de una fiera y cruel persecución, representa el último grito de triunfo del viejo gladiador de la palabra: ‘Cuanto más nos abatís, más nos levantamos. No devolvemos mal por mal, pero os lo advierto: ¡No luchéis contra Dios!’ A los oídos de sus enemigos todo esto sonaba a insolencia, a amenaza incluso, como cuando Tertuliano, tanto en su primera como en su última apología, insinúa que por su número los cristianos serían capaces de levantarse contra el imperio y echarlo a perder si no fuera porque les estaba prohibido en sus Escrituras. Con sólo negarse a trabajar, los cristianos pondrían en peligro todo el sistema imperial de comercio y dominio.” (Page 17)
“Gladiador de la palabra, Tertuliano arremete contra sus jueces convenciéndolos por todos los medios y maneras de que ellos eran más culpables que aquellos a quienes juzgan. Ni una sola vez trata de ganarse su favor, sino de poner al descubierto su duplicidad, su falta de consecuencia lógica, su vanagloria; no sabemos si convenció a alguno, pero ciertamente irritó a muchos. Tertuliano no pide perdón ni ofrece excusas por ser cristiano, sino que defiende el cristianismo exponiendo los absurdos e injusticias de sus acusadores, precisamente aquellos que falsamente atribuyen a los cristianos; como buen abogado sabe que la mejor defensa es el ataque. Observa el movimiento del enemigo para devolverle el golpe y convierte cada acusación en un arma afilada que se vuelve contra sus autores.” (Page 15)