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Éxodo es el libro de la redención. En esta extraordinaria experiencia de los israelitas que salen de Egipto en pos de la Tierra Prometida hay una interesante tipología de la redención de toda la humanidad por Dios. La esclavitud en Egipto representa o es tipo del mundo, Faraón viene a ser un tipo de Satanás, que oprime al mundo, y Moisés, el libertador, un tipo de Cristo. El presente tratado es una obra póstuma del conocido escritor don Ernesto Trenchard, finalizada por uno de sus más aventajados discípulos, don Antonio Ruiz.
“‘Manda a quien quieras, con tal que no sea yo.’ El ‘enojo’ de Jehová es otra expresión antropomórfica que manifiesta el desagrado de Dios frente a todo espíritu de rebelión, bien que, tratándose de un ser inmutable y omnisciente no se ha de entender como una ráfaga de ira que se inflamó en aquel momento.” (Page 63)
“Los vocablos que describen el tabernáculo. El vocablo hebreo ‘ohel da a entender que se trataba de una ‘tienda’, enfatizando su frágil estructura y la posibilidad de llevarla desde un lugar a otro. Pero ya hemos visto que, pese a la fragilidad material, no dejaba de ser ‘templo’ o ‘santuario’, que significa un lugar apartado para el servicio de Dios, y el término que corresponde a su carácter y función es miqdash, traducido por ‘santuario’ en Éxodo 25:8, y relacionado con gadosh, ‘santo’. Al hablar del santuario dice Dios: ‘… habitaré en medio de ellos’.” (Page 238)
“El sacrificio del cordero pascual, cuya sangre, de forma tan evidente había de alejar la muerte de la casa de cada familia abriendo camino para un nuevo tipo de vida, encerraba lecciones fundamentales, tanto para los israelitas residentes en Gosén como para todas las generaciones futuras. En la noche de la Pascua el animal que sustituía al primogénito podía ser escogido de entre las ovejas o las cabras, pero el paso de los siglos enfocó la luz de la revelación sobre el ‘cordero de Dios que lleva y quita el pecado del mundo’.” (Page 103)
“El Señor señaló el árbol y Moisés obedeció al instante. He aquí las dos condiciones fundamentales para cambiar ‘lo amargo’ en ‘dulce’: la manifestación de la provisión de Dios, complementada por la sumisión en fe del siervo que la percibe y la utiliza.” (Page 149)